AUTÓLATRAS
Soy consciente que esta palabra no existe, alguno me lo puede reprochar, quiero hablar de los que veneran a las personas que tienen autoridad, vamos, los pelotas de siempre , aquellos que les ríen las gracias a sus jefes, que no se atreven a decir lo que piensan, que muestran un servilismo desaforado, que me recuerdan a Fernando Galindof, personaje que interpretaba José Luis López Vázquez en “Atraco a las tres” y que decía "Fernando Galindo, un admirador, un amigo, un esclavo, un siervo” a sus superiores, aun a riesgo de hacerse un esguince de cuello de tanta reverencia.
Personajillos así aun existen, su comportamiento ante el jefe o ante el que piensan que puede llegar a serlo, es sonrojante, eso sí, a los demás los suelen considerar inferiores y entonces muestran su verdadera cara, son torticeros, manipuladores, coléricos, para ellos el fin justifica los medios, sean estos cuales sean, la cobardía que demuestran delante de su jefes, la convierten en tiranía entre sus compañeros, la sonrisa ante el superior desaparece, con sus compañeros muestran su verdadero rostro.
Estos autólatras son cobardes, mezquinos y con dos caras, resulta vergonzosa esa actitud.
Para mas inri se creen los mejores, aunque también tienen el riesgo de que a lo mejor tengan una falta de previsión y puede llegar a ser jefe suyo aquel que no contaban y habían tratado mal entonces es el momento del llanto y el rechinar de dientes, aunque como los camaleones a los autólatras no les cuesta cambiar de color y donde dije digo, digo Diego.
Son así de nausebundos.
Personajillos así aun existen, su comportamiento ante el jefe o ante el que piensan que puede llegar a serlo, es sonrojante, eso sí, a los demás los suelen considerar inferiores y entonces muestran su verdadera cara, son torticeros, manipuladores, coléricos, para ellos el fin justifica los medios, sean estos cuales sean, la cobardía que demuestran delante de su jefes, la convierten en tiranía entre sus compañeros, la sonrisa ante el superior desaparece, con sus compañeros muestran su verdadero rostro.
Estos autólatras son cobardes, mezquinos y con dos caras, resulta vergonzosa esa actitud.
Para mas inri se creen los mejores, aunque también tienen el riesgo de que a lo mejor tengan una falta de previsión y puede llegar a ser jefe suyo aquel que no contaban y habían tratado mal entonces es el momento del llanto y el rechinar de dientes, aunque como los camaleones a los autólatras no les cuesta cambiar de color y donde dije digo, digo Diego.
Son así de nausebundos.
Alberto López Escuer
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